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Por otra parte se muestra muy amistosa... Tampoco f�sicamente tengo razones para
quejarme. Un nativo entra con bastante frecuencia y trae una bandeja de comida
realmente buena. yo nunca le miro, ni cuando entra ni cuando sale, porque estos venerios
tienen, para empezar, un aspecto demasiado humano y, cuanto m�s les miras, m�s se te
revuelve el estómago. Sin duda habr�n visto fotograf�as, pero no es lo mismo; en las
fotograf�as no se advierte el olor, ni esa boca abierta y babeante, ni da tampoco la
impresión de que esta cosa ha estado muerta mucho tiempo y se la ha hecho vivir
mediante artes obscenas o brujer�a.
Yo le llamo Bobalicón, lo que para �l es incluso un cumplido. No dudo que es un
macho. Sólo de pensarlo hace que una chica entre a toda prisa en un convento.
Tomo esas comidas porque estoy segura de que no las ha preparado Bobalicón. Creo
saber muy bien qui�n las guisa. Seria una buena cocinera.
Voy a retroceder un poco en mi historia. Le dije al vendedor quiosco: �Ser� mejor que
me d� dos porque all� donde voy est� muy oscuro�, y �l me miró dudoso. Se lo repet�.
De pronto me vi sobrevolando la selva en un coche a�reo. �Han tratado de volar
alguna vez hundidos en la niebla? Eso me despistó. No tengo ni la m�s ligera idea de
dónde estoy, excepto que calculo que son unas dos horas de vuelo desde Venusberg, y
que hay una peque�a colonia de hadas cerca. Las vi volando poco antes de aterrizar y
estaba tan interesada en ellas que ni siquiera ech� una buena mirada a este lugar cuando
se detuvo el coche y se abrió la puerta de la casa. Aunque no me hubiera servido de
mucho.
Baj�, el coche se elevó en seguida abanic�ndome con sus aletas y me encontr� ante
una casa con la puerta abierta desde la que una voz familiar me dec�a: ��Poddy! �Entra,
querida, entra!�
Experiment� un alivio tan repentino que me lanc� a sus brazos y la abrac� y ella me
abrazó tambi�n. Era la se�ora Grew, tan gorda y amistosa como siempre.
Pero de pronto mir� a mi alrededor y vi a Clark, sentado en una silla. Me miró, dijo:
��Idiota!�, y apartó la vista. Y luego vi al t�o sentado en otra silla. Estaba a punto de correr
hacia �l con grandes gritos de alegr�a, cuando los brazos de la se�ora Grew se tornaron
extraordinariamente fuertes y volv� a o�r su voz que dec�a con ternura: �No, no, nena, no
tan de prisa�, sujet�ndome hasta que alguien (que luego supe era Bobalicón) me
inmovilizó no s� cómo, clav�ndome algo en el cuello.
As� me vi sentada yo tambi�n en otra silla muy cómoda (supongo, porque no ten�a
sensibilidad del cuello para abajo). No me encontraba mal, aparte de un extra�o zumbido
en los o�dos, pero no pod�a moverme.
El t�o recordaba a Lincoln llorando por los muertos en Waterloo. Todav�a no hab�a
hablado.
La se�ora Grew dijo alegremente:
- Bueno, ya tenemos aqu� reunidita a toda la familia. �Est� un poco m�s dispuesto a
discutir los asuntos con sentido com�n, senador?
T�o Tom agitó la cabeza unos mil�metros.
Ella insistió:
- �Oh, vamos! �Pero si nosotros queremos que asista a la Conferencia! Sólo deseamos
que asista a ella con la mentalidad adecuada. Si no llegamos a un acuerdo... bien, no creo
que sea posible permitir que les encuentren de nuevo, �verdad? Y eso ser�a una pena,
especialmente por los ni�os.
- �V�yase al cuerno! - le espetó t�o Tom.
- �Oh, estoy segura de que no habla en serio!
- �Pues claro que s�! - gritó agudamente Clark -. �Es usted una obscenidad ilegal! �Y por
m� se puede ir a la mierda!
Comprend� que estaba realmente furioso, porque Clark desprecia las palabras
groseras, ya que dice que denotan una mente inferior.
La se�ora Grew miró pl�cidamente, incluso tiernamente, a Clark. Luego llamó de nuevo
a Bobalicón.
- Ll�vatelo fuera y cons�rvalo consciente hasta que muera.
Bobalicón levantó a Clark y se lo llevó. Pero mi hermano tuvo la �ltima palabra:
- �Y adem�s de todo eso - gritó -, usted hace trampas en los solitarios! �Yo lo vi!
Por un segundo la se�ora Grew pareció realmente enojada. Luego su rostro retornó a
la amable expresión habitual y dijo a mi t�o:
- Ahora que ya tengo a los dos ni�os creo que puedo permitirme el lujo de matar a uno
de ellos. Especialmente ya que usted le tiene tanto cari�o a Poddy. Demasiado cari�o,
dir�an algunos. Los psiquiatras, quiero decir.
Medit� en sus palabras y decid� que, si sal�a de �sta, har�a una estera con su pellejo y
se la regalar�a a mi t�o.
�ste no le hizo el menor caso. De pronto se escuchó un sonido horr�sono, choque de
metal contra metal. La se�ora Grew sonrió.
- Es un m�todo b�rbaro, pero funciona. Se trata de lo que utilizaban como calentador
de agua cuando esto era un rancho. Por desgracia, no es lo bastante grande para que
puedan sentarse en su interior... aunque un muchachito tan grosero no puede esperar que
se le trate con cortes�a. Ese sonido que oyen lo produce un trozo de ca�er�a golpeando la
parte exterior del recipiente. - Se quedó pensativa unos instantes -. No s� si podremos
hablar de lo que nos interesa con ese esc�ndalo. Creo que voy a ordenar que se lleven el
tanque m�s lejos... aunque tal vez nuestra conversación fuera mucho m�s r�pida si lo
tuvi�ramos m�s cerca y ustedes pudieran o�r tambi�n los gritos que da el ni�o en el
interior. �Qu� opina, senador?
Le interrump�:
- �Se�ora Grew?
- �S�, querida? Lo siento, Poddy, pero ahora estoy muy ocupada. M�s tarde tomaremos [ Pobierz całość w formacie PDF ]
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